Aquí te estuvo esperando
mirando las hojas moverse
con el viento y caerse.

Las vio caer al suelo y descomponerse
mientras estuvo esperando.

Aquí te estuvo esperando
acariciando la hierba
con las palmas de las manos.

Sentía como crecía
entre sus dedos cada brizna
mientras estuvo esperando.

Y nos preguntaba «¿Cuándo?»
Y no sabíamos qué decirle.

Aquí te estuvo esperando
y ya hablaba con los pájaros
que paraban en el árbol.

Les vio llegar e irse,
volver y volver a irse,
mientras estuvo esperando.

Aquí te estuvo esperando
lamiendo todos los brotes
y abrazando troncos y flores.

Con sus labios
besó todas las ramas
y marcó todos los tallos
con sus dientes
mientras estuvo esperando.

Y nos preguntaba «¿Cuándo?»
Y no sabíamos qué decirle.

Llegaste tarde a la cita.
No hay nadie aquí esperando.

Llegaste tarde a la cita,
no hay nadie aquí esperando.

Y nos preguntas «¿Dónde está mi cita?»
Y no sabemos cómo decirte
que las hojas del árbol
son sus ojos que te miran
que la hierba que pisas
son sus manos que te acarician
que las flores que hueles
son sus labios que te buscan
y los pájaros que cantan
son su voz que te pregunta
te pregunta «¿Por qué?»

¿No lo ves? Es la cita.

Sus ojos, las hojas.
Sus manos, la hierba.
Los pétalos, sus labios.
Los tallos, sus brazos.
Su frente, esas nubes.
Su voz, estos pájaros.
Sus ojos, las hojas.
Sus manos, la hierba.
Los pétalos, sus labios.
Los tallos, los brazos.
Su frente, las nubes.
Su voz que te pregunta.

«Mis ojos... Mis manos...
Mis labios... Mis brazos...
Mi frente... Mis dedos...
Mis hojas... Mis tallos...
Mis flores... Mis nubes...
Mis brazos... Mis labios...
Mi boca... Mi voz...»